El evento Tevis Cup Ride, recorre 100 millas en un día y es reconocido como la pista de resistencia más dura de la tierra. Inicia en la ciudad de Lake Tahoe y reta a los caballos con ascensos de 17,000 pies y descensos de 22,000 pies, en altitudes entre 8,700 y 1,500 pies.
Los competidores enfrentan calor, terreno escabroso con rocas y cruce de ríos poniendo a prueba la condición física de los caballos como ningún otro recorrido en el mundo lo hace. Yo enfrenté este reto en mi yegua Peruana de Paso, *Marinera, en dos ocasiones.
Esta pequeña yegua ruana importada del Perú, me llevó hasta la línea de meta en ambas ocasiones sin un sobresalto, rehuso, tropiezo ni problema. Yo puedo haber sido una buena jinete, pero no era una buena amazona y hay una gran diferencia entre ambas cosas. El peso cargado sobre sus espaldas fue superado por su brío, condición, física y coraje. Ella terminó en el puesto 22 entre 92 participantes en 1966 y en el puesto 24 entre 125 participantes en 1968. Hubiese dado lo que fuera por tener en ese entonces el conocimiento que tengo ahora. Me hubiese ido mucho, mucho mejor!
En 1968 *Marinera terminó tercera entre aproximadamente 60 caballos en la competencia Castle Rock Challenge 50-Miler y ganó el trofeo de Caballo en Mejor Condición, superando los caballos con más reputación en su tiempo. Ella sufrió de renquera una única vez en los 24 años que fue de mi propiedad, después de subir unos cerros muy empinados con una banda de jinetes que iban más rápido de la cuenta. Después de seis semanas de descanso, ella se recuperó totalmente. Haciendo el mejor esfuerzo de memoria, ninguno de mis otros caballos peruanos estuvieron alguna vez rencos o lesionados, a pesar de que fueron montados por cientos de millas en terrenos escabrosos en el campo.
La descendencia de *Marinera heredó su longevidad. Desde el escritorio de mi computadora puedo ver el establo, corrales, y pastizales y apreciar donde descansa el paz con sus hijas, Danzarina y Carolana – quienes vivieron 30 y 24 años – y su nieto, Carioco — que vivió 24. Tuve a *Marinera por 24 de sus 30 años de vida, durante los cuales ella fue la entrenadora y yo la estudiante mientras me enseñó a ser una amazona. Ella me demostró lo que era estar sediento, hambriento, con mucho frío o mucho calor, pero no darse por vencido. Fue un privilegio ser su dueña. Muchos caballos han pasado por mi vida, pero*Marinera es el nombre de mi rancho, la dirección de mi correo electrónico, el nombre de mi empresa de publicaciones, y de la calle donde vivo. Si tuviera que describirla con una sola palabra, sería “valiente”.
Pienso que *Marinera fue una yegua peruana excepcional desde el punto de vista de pruebas de resistencia, pero también creo que hay otras *Marineras ahí afuera. Espero que la gente con suerte que las posee disfruten la raza tanto como yo lo hice.